El 19 de abril de 1943, en medio de la oscuridad de la Segunda Guerra Mundial, el Gueto de Varsovia se convirtió en el escenario de uno de los actos de resistencia más heroicos y conmovedores de la historia: el Levantamiento del Gueto de Varsovia. Aquella fecha coincidió, según el calendario hebreo, con la primera noche de Pésaj. Hasta el 16 de mayo, un grupo de jóvenes idealistas —agrupados en la ZOB (Organización Judía de Combate), liderados por Mordejai Anilewicz, Marek Edelman, Itzjak Tzukerman, Tosia Altman y Tzivia Lubetkin (pertenecientes a la izquierda sionista y no sionista), y en la ZZW (Organización Militar Judía), encabezada por Pawel Frankel y León Rodal (del movimiento Betar de origen revisionista)— planificaron y ejecutaron una rebelión contra la opresión y el asesinato masivo que se perpetraba en los guetos y campos de exterminio, especialmente en Treblinka, contra la población judía de Varsovia.

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Ambos grupos, pese a sus antípodas ideológicas, enfrentaron al enemigo con una determinación que les permitió sostener la lucha en condiciones extremas: sin armas suficientes, combatieron al ejército nazi comandado por Jurgen Stroop, quien —pese a su superioridad numérica, formación y armamento— se vio obligado a retroceder en múltiples ocasiones.

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Los combatientes sabían que la lucha era desigual, pero también llena de dignidad. Como escribió Mordejai Anilewicz:

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“La lucha contra los nazis en el gueto no es solo una lucha por nuestra causa, sino por la dignidad humana”.

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¿Cómo pudo este puñado de jóvenes enfrentarse al enemigo con armamento precario, tras casi tres años de confinamiento en el gueto, y resistir hasta el último aliento? La respuesta yace en su fuerza física y espiritual, alimentada por la convicción y la juventud. El recientemente fallecido historiador Yehuda Bauer (Z"L) ilumina esta incógnita:

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“Las rebeliones en los guetos jamás habrían tenido lugar mientras aún existiera alguna esperanza de supervivencia. Solo ocurrieron cuando se comprendió que todos los judíos serían asesinados”.

Esta reflexión cobra profundidad ante el suicidio de Mordejai Anilewicz y su novia, Mira Furcher, el 8 de mayo de 1943 en el búnker de Mila 18. Sus últimas palabras resuenan como un legado:

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“En un mundo que nos condenó a pena de muerte, elegimos cómo morir”.

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El Levantamiento del Gueto de Varsovia es un poderoso recordatorio de la resistencia y resiliencia humanas. Las voces de aquellos combatientes —héroes de ideologías diversas pero unidos por un mismo ideal— nos interpelan: en los momentos más oscuros, debe prevalecer la dignidad.

Hoy, al honrar su memoria, renovamos nuestro compromiso con un mundo más justo. En un contexto donde el antisemitismo resurge como paradigma de odio (evidenciado en atrocidades como las del 7 de octubre de 2023), su ejemplo nos exige acción: reclamar el retorno de los 59 secuestrados aún en cautiverio, defender la justicia y recordar a quienes murieron por ser judíos, pero también por la integridad de toda la humanidad.

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* Profesora del Curso Shoá: Historia, Memoria y Reflexión.